viernes, 8 de enero de 2010

Tus ojos de papel mojado.


Tu mirada vacía resumía todo. Lluvia, casi diluvio, caía de tu nebulosa mirada dejando en claro la agonía que sufrías, esa tristeza de noche sin luna, esos ojos de papel mojado.
Insensatamente trataba de alejar tu pensamiento, pero esa fotografía era atrapante, ese rostro feliz y tranquilo que había en la foto, semidormido en una plaza del centro, era lo único que necesitabas para desatar tu desconsuelo.
Tu hermano, ese muchacho de tan sólo 20 años, de buen presente y próspero porvenir, de voz calmada y simpatía desbordante, ese mismo joven es el que hoy recordabas y llorabas incansablemente.
Esa foto fue tomada días antes de que la enfermedad atacara. Por entonces tú también eras feliz, vivías la vida a un ritmo únicamente tuyo, soñabas con que algún día vivamos juntos, en un pequeño departamento de un piso 6,en un típico edificio de barrio. Hasta que aquella tarde de un Junio lluvioso, casi sin darnos cuenta, el ángel de la muerte estaba entre nosotros. No sé cómo no lo notamos, el debilitamiento, la falta de color en la piel y una fiebre ardiente eran síntomas de una catástrofe, no sé cómo no lo vimos.
Y tan rápido como oscurece el día, sus ojos se cerraron, y su cuerpo, tosco por la falta de vitalidad, se cansó de luchar contra la corriente.
Desde entonces tu vida perdió su rumbo, te entregaste a la fantasía y el recuerdo sin dar señales de oposición. Te volviste monótona, con tu fiel rutina de ir a ese trabajo que tanto odiabas, volver a casa y decaer en un sillón mirando a la nada, sabiendo que él estaba ahí, pero sólo tú lo veías.
Tardes como la de hoy se notaban a diario, fija frente a un retrato de lo eterno. Pero sufrías, incontables veces sufrías.
Finalmente decidí esconder el retrato, sin imaginar que te descontrolarías, te desesperaste al no ver a tu hermano, al no encontrar en sus ojos un consuelo.
Finalmente desististe, tomaste la decisión de saltar al vacío para verlo nuevamente. Tu cabeza estalló al llegar al suelo.
Pero tu expresión era feliz. Por fin encontraste el rumbo de nuevo hacia la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog